Del Santo Evangelio Según San Mateo 6,19-25
«No os
amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y
ladrones que socavan y roban.
Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla
ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben.
Porque
donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. «La lámpara del cuerpo es
el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo
está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es
oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!
Nadie
puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se
entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.«Por
eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por
vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y
el cuerpo más que el vestido?
Reflexión
La vida
me ha sido dada para glorificar a Dios Nuestro Señor. Más su glorificación, será
también mi felicidad. Quiere mi Señor que yo también ponga mis tesoros en el
Cielo, Para que allí esté ya también mi corazón. Y esos tesoros los voy
formando con mis buenas obras. Toda obra, por insignificante que sea, hecha en
gracia de Dios y con el deseo de
glorificar al Señor, va formando mis tesoros; por eso me dice el apóstol: “ahora
comáis, ahora bebáis, ahora hagáis
cualquier otra cosa: hacedlo todo a gloria de Dios”. Si aún esas cosas
materiales, hechas por el Señor, pueden ayudar a aumentar mi tesoro cuanto más
mis obras de caridad, de mortificación de apostolado ¡Serán un tesoro que ni la
polilla y herrumbre podrán jamás corroerlos,
ni los ladrones podrán jamás apoderarse de él. Y cuantas ocasiones tengo en mi
vida religiosa para acumular mis tesoros en el cielo¡ pueden parecerme ocasiones
muy pequeñas, pero no puedo ni debo desperdiciarlas, pues ellas son las que, en
realidad componen casi toda mi vida, si las desprecio y no hago caso de ellas,
esperando las grandes ocasiones de heroísmo que tal vez nunca se me
presentarán, que pobre será mi tesoro¡ y aun el tesoro de esas pequeñas ocasiones
irá haciendo que, poco a poco, deja pasar también las mayores que puedan presentarse, la
pureza de intención que me lleva a buscar sólo el agradar a Dios, dará valor a todas esas que llamo pequeñeces, tan
expuestas a ser despreciada, y mi tesoro
irá creciendo cada día.
Dáme,
Señor, hacer todo por tu amor y que sea siempre para Ti el honor y la gloria ¡en
qué manos más seguras he colocado mi
tesoro si lo pongo en las manos de Dios¡
y es eso lo que hago cuando, en cumplimiento de su santa voluntad, que se
manifiesta en el deber de cada momento,
sé ofrecerle esas obras y busco en ellas glorificarle .
“Toda
la vida de la Hermanita de los pobres se
compone de pequeñeces; pues si somos fieles a estas pequeñeces y con gusto
obramos, tendremos el placer de oír la voz
del Rey Celestial, que nos dice: “ven, siervo bueno y fiel, porque
fuiste fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho: en el gozo de tu Señor”.
Tomado
de Florilegio junio de 1984 junio 1987
Madre Marcelina.