domingo, 6 de julio de 2014

TESOROS EN EL CIELO

  Del Santo Evangelio  Según San Mateo 6,19-25

«No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben.
Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. «La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!
Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.«Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 
Reflexión 
La vida me ha sido dada para glorificar a Dios Nuestro Señor. Más su glorificación, será también mi felicidad. Quiere mi Señor que yo también ponga mis tesoros en el Cielo, Para que allí esté ya también mi corazón. Y esos tesoros los voy formando con mis buenas obras. Toda obra, por insignificante que sea, hecha en gracia de Dios  y con el deseo de glorificar al Señor, va formando mis tesoros; por eso me dice el apóstol: “ahora comáis, ahora bebáis, ahora hagáis  cualquier otra cosa: hacedlo todo a gloria de Dios”. Si aún esas cosas materiales, hechas por el Señor, pueden ayudar a aumentar mi tesoro cuanto más mis obras de caridad, de mortificación de apostolado ¡Serán un tesoro que ni la polilla  y herrumbre podrán jamás corroerlos, ni los ladrones podrán jamás apoderarse de él. Y cuantas ocasiones tengo en mi vida religiosa para acumular mis tesoros en el cielo¡ pueden parecerme ocasiones muy pequeñas, pero no puedo ni debo desperdiciarlas, pues ellas son las que, en realidad componen casi toda mi vida, si las desprecio y no hago caso  de ellas,  esperando las grandes ocasiones de heroísmo que tal vez nunca se me presentarán, que pobre será mi tesoro¡ y aun el tesoro de esas pequeñas ocasiones irá haciendo que, poco a poco, deja pasar  también las mayores que puedan presentarse, la pureza de intención que me lleva a buscar  sólo el agradar a Dios, dará valor  a todas esas que llamo pequeñeces, tan expuestas a ser despreciada,  y mi tesoro irá creciendo cada día.  
Dáme, Señor, hacer todo por tu amor y que sea siempre para Ti el honor y la gloria ¡en qué manos más seguras he colocado  mi tesoro  si lo pongo en las manos de Dios¡ y es eso lo que hago cuando, en cumplimiento de su santa voluntad, que se manifiesta  en el deber de cada momento, sé ofrecerle esas obras y busco en ellas glorificarle .
“Toda la vida de la Hermanita de los pobres  se compone de pequeñeces; pues si somos fieles a estas pequeñeces y con gusto obramos, tendremos el placer de oír la voz  del Rey Celestial, que nos dice: “ven, siervo bueno y fiel, porque fuiste fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho: en el gozo de tu Señor”.

Tomado de Florilegio junio de 1984 junio 1987
Madre Marcelina.

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